NOV 25 07
Esa tarde sentado en un café, me entrometí escuchando a una persona atrás de mi que narraba la historia de un joven que que al salir a trabajar en las mañanas subia al bus, mismo bus donde a los trece minutos subia la señora guapa: una mujer con mas de sesenta años maquillados coquetamente con labial y colorete y peinado que hace juego con sus minifaldas que negaba a cambiarlas incluso en epoca de frío. Dos minutos despues subia el jovencito de los ojos candorosos y la piel esculpida que ademas aparte de la señora, eran los unicos que eran notorios para él. La mitad del tiempo que estuvo alli solia bajar del bus en una escuela y caminar varias cuadras hasta su trabajo. La otra mitad bajabase antes, en una avenida, donde la chica que vendia periodico siempre le veia a esa hora pero nunca le dirijió ni un buenos días. En ese segundo lapso, andaba por la grande avenida, pasando por los terrenos de un gran deportivo con canchas donde pudo ver equipos de futbol, clavados y lycras mojadas, gente practicando atletismo, uniformes de baseball entallados a sus jugadores y las cascaritas de la noche. En su trabajo conoció poca gente interesante que de no haber escrito yo todo esto seguro se habrian perdido en el olvido. La señora grande y fuerte que levantaba animos pesados con manzanas cubiertas de sal y limon. De sus jefes. Dedicados, locuentes, calculadores. Que le dieron al joven dolor de cabeza. De los del departamento de ventas. El que salio por la puerta de atraz, El pequeño de voz pequeña que le siguio, el de la fuerte diccion y atencion que se quedo, los que nunca llegaron. De los compañeros de departamento. El que se rascaba la cabeza, mi amigo imaginario, mi ex compañero de generacion, las niñas ( una que se fue, y otra que se quedara) y del que apenas llego a conocer. Y tambien escuche hablar de la familia que iba y venia dentro de la oficina. Los clientes de los mil años. Del 21 de marzo y del 30 de noviembre.Toda esa descripcion me llamo la atencion de una manera arrebatadora que quise voltear a ver quien la narraba y preguntarle si habia escrito todo ello el mismo. Pero al mover mi cabeza estaba mirando al techo porque me habia despertado.
Te traes mocaccinos y chocolates que alteren la bioquimica del cerebro en pos de una jornada laboral eficiente y alegre, papeles de celofan para hacer un río donde poder navegar y un memo para recordarle al dolor del corazon que vaya a buscar trabajo. esta mama tiene cuentas que pagar...
Te quiere
Mamá
Suscribirse a:
Entradas (Atom)