Hay humanos que tienen entre sus genes uno que proviene de la evolución del unicornio. Se llaman humanicornios y sufren una gran atracción entre sí. Cuando no se conocen se suspiran; cuando se encuentran, se reconocen y se aman. Ser un poco unicornio es tener un resplandor opaco para los equinos y traslucido para los que tienen tres ojos, uno para la realidad, otro para la imaginación y un tercero para la fantasía. Los humanicornios poseen un pequeño cuerno invisible, sólo se les reconoce por que tienen los ojos de plata y porque son infelices hasta que no bicefalan su cornamenta. No gustan de la verdad, por lo que desprecian la ciencia; ni practican la bondad, porque desdeñan la moral; solo se interesan en la belleza, por lo que son estétas. El sueño dorado de muchos sería convertirse en humanicornios, pero nuestra madre naturaleza reparte ese don sólo entre pocos.
Guillermo Schmidhuber de la Mora
(Elogio de la estupidez, 2005)
Te traes su cuerno de añil, que pescaba una canción, pues saberla compartir era su vocación.
Te quiere
Mamá