11 de mayo de 2008














El Príncipe y el Mago

Érase una vez un joven príncipe que creía en todas las cosas menos tres. No creía en las princesas, no creía en las islas y no creía en Dios. Su padre, el rey le dijo que nada de eso existía. Y como no había en los dominios de su padre princesas ni islas, ni tampoco señal alguna de Dios, el joven creyó lo que su padre le decía.
Pero un día el príncipe se escapó del palacio y llego al país vecino. Allí se quedó asombrado al ver islas desde todas las costas, Y, en estas islas, extrañas criaturas a las que no se atrevió a dar nombre. Cuando buscaba un barco, un hombre vestido de etiqueta se le acercó y el príncipe le preguntó:
-Eso que hay allí, ¿son islas de verdad?-
-Claro que son islas de verdad – Dijo el hombre del traje de etiqueta.-
-¿Y qué son esas extrañas y turbadoras criaturas?-
-Son todas ellas princesas auténticas.-
-Entonces, ¡También Dios existe! – Exclamó el príncipe.-
-Yo soy Dios – repuso el hombre vestido de etiqueta, haciéndole una reverencia.-El joven regreso a su país lo antes que pudo.
– De modo que haz regresado… – le dijo su padre, el rey. -
– He visto islas. He visto princesas. Y he visto a Dios – Le dijo el príncipe en son de reproche-
El rey no se conmovió en absoluto.
– Ni existen islas de verdad, ni princesas de verdad ni ningún Dios de verdad.– ¡Yo lo he visto!-
– Dime cómo iba vestido Dios.
– Dios iba vestido con un traje de etiqueta.
– ¿Te fijaste si llevaba arremangada la chaqueta? Eso no es más que el disfraz de los magos. Te han engañado.
Al oír esto, el príncipe regreso al país vecino, fue a la misma playa y encontró una vez más al hombre que iba vestido de etiqueta.
– Mi padre el rey me ha dicho – dijo el joven príncipe con indignación – quién es usted en realidad. La otra vez me engañó, pero no volverá a hacerlo. Ahora se que eso no son islas de verdad ni princesas de verdad, por que usted es un mago.
El hombre de la playa sonrió.
– Eres tú, muchacho, quien esta engañado. En el reino de tu padre hay muchas islas y muchas princesas. Pero como estas sometido al hechizo de tu padre no puedes verlas.
El príncipe regresó pensativo a su país. Cuando vio a su padre le miró a los ojos.
– Padre, ¿Es cierto que no eres un rey de verdad sino un simple mago?
El rey sonrió y se arremango la chaqueta.
– Si, hijo mió, no soy mas que un simple mago.
– Entonces, el hombre de la playa era Dios.
– El hombre de la playa era otro mago.
– Tengo que saber la verdad auténtica, la que está más allá de toda la magia.
– No hay ninguna verdad mas allá de la magia – dijo el rey.
El príncipe se quedó muy triste.
– Me suicidaré – dijo
El rey hizo que, por arte de magia, apareciera la muerte, la muerte se plantó en el umbral y llamó al príncipe. El príncipe se estremeció. Recordó las bellas aunque irreales islas, y las bellas aunque irreales princesas.
– Muy bien – dijo –. No puedo soportarlo.
– Lo ves, hijo – dijo el rey--. También tú empiezas a ser un mago.
John Fowles
Cuando se estreno la pelicula basada en la novela del mismo nombre escrita por Fowles, Woody Allen dijo que si volviera a vivir haria todo exactamente igual, excepto ir a ver "El Mago".

y ustedes, ¿Alguna vez han caido victimas del hechizo de un mago?

Te traes un apetito ciego y curioso para que disfrutes a oscuras del sabor que inventé especialmente para tí esta noche.

Te quiere
Mamá




4 comentarios:

yorkperry dijo...

Creo en la magia, creo en las magas, pero siempre siempre SIEMPRE les termino llamando ilusionistas.

Un abrazo.

Celestina Tercioipelo dijo...

Yo soy víctima frecuente de los magos que se dicen dioses. Pero a veces también soy victimaria. La última vez me robé un conejo de la chistera.

Y creo que yo soy mucho más ilusionista que maga, eso que ni qué.

mamá logón dijo...

Ambos comentarios parecen tener un parentesco distante. como si fuesen primas lejanas... ah, que las y los ilusionistas...

c324r dijo...

Está medio guajiro, pero supongo que habrá que verlo.

Las cosas chingonas son así.